martes, 12 de octubre de 2010

Informe de 1ª sesión Taller Plus - Bar Chancho Seis, Barrio Yungay, 4/10/2010

Sergio Valenzuela, Tatiana Peña, Carolina Ibarra, Samuel Ibarra, Carolina Benavente,
Ignacio Ramos, Andrea Ocampo, Sergio Pallaleo, Gustavo Barrera

Artistas y Cultura Popular SCL 2010


Taller editorial público
Coordina: Carolina Benavente M.
Convoca: revista Plus. Soporte de Inscripción Contigente (Concepción).

Informe de 1ª sesión
Bar Chancho Seis, Barrio Yungay, Santiago, 4 de octubre de 2010


Se realizó en Bar Chancho Seis la primera sesión del Taller Editorial Artistas y Cultura Popular SCL 2010, coordinado por Carolina Benavente y convocado por revista Plus de Concepción. Asistieron a él todos los participantes, con excepción de Paulina Zubicueta, por un impedimento laboral de último minuto. Después de las presentaciones de rigor, los talleristas leyeron sus textos en orden de llegada a la coordinación y se inició una primera ronda de comentarios. La mayor parte de los escritos llegaron tarde, por lo cual los talleristas no tuvieron tiempo suficiente para leerlos detenidamente y tuvo que cambiarse la modalidad de trabajo planificada en un principio. En lugar de analizar y criticar los textos, procurando establecer ideas principales y estilos de escritura, los talleristas emitieron opiniones sobre el conjunto de los textos, así como en general acerca de la cultura popular. El taller se inició a las 19:00 h y terminó cerca de las 23:00 h, con lo cual duró casi cuatro horas, aunque éstas no se sintieron pues la charla fue muy animada.


Hago en primer lugar una reseña de los artículos, después de lo cual doy cuenta de lo debatido, basándome para ello en mis notas personales. Aunque procuré rescatar lo principal de cada intervención, éstas no están exentas de errores y omisiones y les ruego a los participantes hacerme notar los casos en que sean demasiado importantes.
Sergio Pallaleo, Gustavo Barrera y público asistente
Síntesis de los textos, 1ª versión

En su colaboración, titulada "Poesía como instancia de comprensión del sentido de lo humano" y escrita desde el punto de vista del pensamiento latinoamericano, Sergio Pallaleo abogó por un cambio de mentalidad tendiente a superar la demarcación de fronteras que opera, por ejemplo, entre distintas formas de la poesía ("docta, popular, barroca, contemporánea, etc."). Ocupando la metáfora del río, este autor llamó a percibir que tales fronteras, en lugar de dividirnos, nos unen, como miembros que somos de la especie humana, "pues todas las mañanas debemos vernos las caras para obtener el agua fresca". Conectando con esta sospecha respecto de las separaciones, en "Artes ilustradas y/o culturas populares"Gustavo Barrera vincula los límites entre ambas a afanes jerárquicos constantemente puestos en entredicho. En su opinión, las artes ilustradas se caracterizarían por dar lugar a "obras de autor" que, no obstante, imitan ejemplos extranjeros, guiándose por una lógica de la inserción dentro de una "vanguardia cultural global". Las artes populares, por su parte, se caracterizan por su autoría colectiva, presentando el problema de ser asfixiadas por la tradición. "Tal vez la única posibilidad de lograr una creación genuina y trascendente esté en el cruce de las artes ilustradas y las populares. Una aporta visión, conocimiento y creatividad y la otra aporta el alma, la vinculación y fuerza expresiva", señala, y, mediante el ejemplo de la aparición de la "Casa de Vidrio" (Chile) en El Semanario de Lo Insólito (México), da el ejemplo de la desconexión existente entre lo ilustrado y lo popular en el vasto e inasible espacio cultural latinoamericano.
Ignacio Ramos, Andrea Ocampo y Sergio Pallaleo
En "Dilemas de lo popular"Ignacio Ramos observa lo problemático de la noción de "lo popular", en tanto "ruedo de disputa" que permite establecer binarismos y movilizar deseos, a la vez que designar multitudes movilizadas o parcialmente integradas. En cualquier caso, señala, la noción hace visible y a la vez invisibiliza, lo que explica que la obra de los folcloristas americanos constituyan "constantes remedos y enmiendas [...] en torno a la identidad de un pueblo-nación, un pueblo-local, un pueblo-continental o de un pueblo-conciencia, en donde siempre faltará una pieza clave… y eso, más allá de la participación real de los conglomerados aludidos en su proceso de representación". De allí la necesidad de mirar estos procesos con "suspicacia y ojo atento" termina Ramos.
Sergio Valenzuela, Tatiana Peña y Carolina Ibarra
Carolina Ibarra presentó un texto escrito con anterioridad, titulado "Rollin'on transdisciplina (aquello que aún no se puede nombrar)", donde aborda indirectamente el tema planteado. Su cuestión es la transdisciplina, definida como "cruce de lenguajes en el arte" que está asociado a una "demolición de jerarquías" en el contexto de la globalización y de Internet, permitiendo el triunfo de la "política winner del looser" y su transformación en materia de mercado, lo que explicaría, por ejemplo, el éxito de la serie televisiva del Dr. House. Pese a este relativo triunfo, el carácter "ni chica ni limonada" del artista transdisciplinario lo sigue manteniendo apartado de la oficialidad artística y, justamente, el peligro que enfrenta es el de excusarse en su "estar fuera" para no darle continuidad a su trabajo, situación aún más acentuada en "países sin historia". Afortunadamente, observa, los gobiernos concertacionistas repararon hasta cierto punto la "autoestima de la identidad" en nuestro país, permitiendo que los artistas se despreocuparan de las cuestiones relativas al patrimonio y la historia para poder dedicarse a "inseminar lo antiguo y big-banguear lo nuevo". En "PANAMERICANA, contacto con el contexto"Sergio Valenzuela E. expone en doce escuetos puntos su estrategia personal para vincularse con la cultura popular de Santiago mediante un sistema de residencias que, puntualmente, lo llevará a emplazarse en el Cerro El Plomo. La residencia es pensada como una instancia que permite entrar en contacto con la comunidad local, definiéndose lo popular como "un adjetivo que funciona como un punto en un mapa, dibujando lo local", y que debe ser "buscado" en ese contexto. A partir de lo anterior, se originan una obra de arte y un texto que respondan a la pregunta acerca de los vínculos entre artistas y cultura popular.
Andrea Ocampo, Sergio Pallaleo y Gustavo Barrera
En "Notas sobre CULTURA POP" Andrea Ocampo señala pensar la cultura popular "como y desde la traducción" y al abismo que la separa de la academia y la crítica cultural como una "perturbación subyacente a toda interpretación". En tanto es una traducción, la cultura popular resulta incómoda. Su carácter de "matriz y reproducción de sí misma a través de su performatividad fenoménica" levanta, por ejemplo, la pregunta acerca de "si acaso Lady Gaga es una repetición de la sociedad de masas o es la sociedad de masas quién se sirve de ella a su destajo". Para la crítica cultural, el problema es que el "saber histórico" popular constituido en épocas recientes codificaría "la experiencia como una instancia prediseñada de emoción y experiencia". La sospecha, entonces, no recaería sobre la cultura popular en sí, sino más bien sobre las actuales "plataformas de multiplicación de la información" que, "siendo ajenas a su materialidad se convierte[n] en su más fiel retrato", traduciéndolas. Ante esta "escenografía de lo fabuloso pensado desde el cuerpo y la tecnología" que constituye la cultura pop, nuestra capacidad crítica queda develada y borroneada a la vez. Entonces "la sospecha y la libertad de la traducción seducen y reconocen al pensamiento, a través de la crítica (cultural, en nuestro caso)", encontrando en la escritura como "estancia preferida" de la traducción el "único modo de libertad que nos queda", finaliza Ocampo.
Samuel Ibarra, Tatiana Peña y Sergio Valenzuela
En "El cuerpo como plano de referencia", texto de Samuel Ibarra redactado con anterioridad a esta convocatoria y editado (recortado) por la coordinadora debido a su extensión, el autor aborda indirectamente la cuestión planteada estableciendo que el cuerpo humano ha sido supeditado a la mente, además de estratificado y fragmentado mediante diferentes disciplinas. Desde la medicina, en particular, se ha elaborado la idea del "cuerpo-cadáver" como masa orgánica, viéndose afectada nuestra relación con la muerte como misterio. Desde la psicología, en cambio, el cuerpo se construye como una proyección mental, dándose origen a un cuerpo-fantasma.
Sergio Valenzuela y Tatiana Peña
La ronda de lecturas de textos individuales culminó con "Re made. Sobre el mundo que verdaderamente habito", de Tatiana Peña. Este texto no ha sido enviado aún a la coordinadora, pero ésta dispone de una copia impresa que le fue entregada por la autora en la 1ª sesión. Afirmando distanciarse de la teoría, Peña caracteriza su trabajo como esencialmente narrativo y visual, además de barato en términos de sus técnicas y general en términos de sus códigos. Su interés por la cultura popular surge de su vinculación familiar con el campo, así como de la necesidad de reconocerse en esas vivencias desde el "bio-ritmo" citadino que le impone, ahora, la mezcla de signos que lleva a cabo mediante la xilografía y la gráfica. Por medio de su trabajo y como profesora de artes visuales, señala la existencia de "algo que está ahí dormido bajo tanta teoría"; algo sobre lo cual, sin ser tan buena para hablar de ciertas cosas, puede entregar algunas ideas.


En el público asistente, Luis Venegas y Claudia Kennedy.
Detrás de la barra, Juan Carlos, dueño del Chancho Seis

Síntesis del debate, 1ª versión

Finalizada la ronda de lecturas de los textos individuales, la coordinadora realizó una breve síntesis de cada texto leído, invitando a la tallerista Andrea Ocampo a dar su opinión respecto del escrito de Sergio Pallaleo. Ocampo replicó que era muy poco el tiempo que se había tenido para leerlos y que cabía más bien entregar impresiones generales, así como dar la palabra al público. Aparentemente, ninguno de los talleristas se sentía capaz de comentar con acuciosidad los textos presentados, por lo cual se modificó la modalidad del taller, alternándose la palabra entre talleristas y asistentes al lugar en una discusión sobre el tema planteado. Aunque el público no era mucho, fue muy participativo y aportó con ideas tanto respecto del tema trabajado como respecto de la dinámica, manifestando algunos su intención de seguir aportando a ella.

Se tomó la palabra Samuel Ibarra (tallerista), quien subrayó la importancia de lo popular como problema. En su opinión, sería necesario aprender a leer la radio, las artesanías, las ferias, preguntándose quién habla por medio de ellas y desnaturalizando los discursos sociales existentes. Por “pueblo” se designa a las multitudes, pero el pueblo hoy ha sido desplazado por la gente, explicó Samuel, frente a lo cual Luis Venegas (público) observó que lo popular funcionaba hoy en día como deseo desplazado por la dictadura, por lo cual existiría un temor a hablar de lo popular. Gustavo Barrera (tallerista), por su parte, hizo notar que el mismo término, “lo popular”, estaba siendo ocupado para designar fenómenos diferentes, por lo cual cabría distinguir entre “lo popular” y “lo pop”, tema abordado por Andrea Ocampo, y, con respecto al texto de Sergio Pallaleo, destacó su intención de establecer un marco de comprensión de lo popular y de situarlo como actividad humana. Andrea Ocampo (tallerista), por su parte, añadió a la reflexión de Samuel Ibarra y Luis Venegas que el pueblo también había sido desplazado por el lumpen, después de lo cual apuntó a la relación entre cultura popular y seducción y entregó una opinión breve sobre cada uno de los textos de los talleristas.

Aludiendo al escrito de Sergio Valenzuela, Rodrigo Peralta (público) planteó la necesidad de llevar a cabo un análisis del territorio en que se llevaba a cabo la primera sesión del taller, es decir, el Barrio Yungay, concibiéndolo como “territorio de historias” y tomando conciencia de su historicidad popular como manera de superar un estancamiento. A juicio de Sergio Valenzuela (tallerista), lo popular es, precisamente, un término anterior en la historia del país que requiere un “desripiamiento”, una vivencia desde lo nuevo, no desde lo añejo, y que en cualquier caso va variando en el tiempo y el espacio. Esto hace necesario, para percibir la especificidad de lo popular, vivir lo popular de cualquier zona, lo que implica vivir en la zona misma, pero desde un desplazamiento, pues “estando dentro cuesta mucho”. Señaló asimismo que existen diferentes culturas populares, recalcando la necesidad de situarse en los espacios concretos donde éstas surgen. A continuación señaló que todos los textos participantes le serían de mucha utilidad para la formulación de su proyecto de residencias y, en particular, rescató la metáfora del espejo trabajada por Gustavo Barrera y notó el contraste entre lo popular y lo barroco de los textos sobre artes visuales versus la blancura de las misma.

Roberto en el público y Rodrigo Peralta haciendo cámara


Después de señalar que todos los textos manifestaban una diversidad transdisciplinaria que, en su caso, se relacionaba con un pasado de investigación y ciertas obsesiones, Carolina Ibarra (tallerista) destacó cómo a un curador como Gerardo Mosquera le llamaba la atención la frialdad del arte chileno y cómo, en contraparte, lo popular tiene un atractivo vinculado a cierta ficción de participación que es necesario igualmente cuestionar. Señaló, por ejemplo, cómo La Lira Popular se había convertido con los gobiernos de la Concertación en una especia de Andy Warhol del Centro Cultural La Moneda. En cuanto a los textos, observó que problemas comunes eran los de la jerarquía, la isometría, el borde, el fuera y la instalación, planteándose asimismo la pregunta acerca del catastro de lo popular como fenómeno en movimiento. De ello proviene asimismo el atractivo de lo popular, que requiere por ende de técnicas tal vez similares a las cinematográficas que permitan captar fotogramas, más que fotografías. A continuación, Roberto (público), observó que, paradójicamente, los talleristas estaban instalados en la mesa formando dos ghettos: el de los artistas a su mano izquierda y el de los cientistas sociales [o más bien humanistas, n. de la coord.] a su mano derecha. Con respecto al texto de Sergio Pallaleo, destacó cómo él efectuaba por medio de su poesía “choriza” una ruptura epistemológica respecto del lugar desde el cual hablamos, ya que su lenguaje es crítico, distanciándose de lo netamente marginal. El problema mayor, a su juicio, es el de las dicotomías y, puntualmente, el de cómo aplicar o rescatar “lo popular”, noción que ya ha sido muy resignificada, escapando de las dualidades instaladas sin caer en la construcción de una alteridad.

Sergio Pallaleo (tallerista) asumió que su texto había fracasado, ya que no había sido capaz de hacerse entender y precisó algunas ideas adicionales. Concordando en cuanto al miedo existente a nombrar lo popular en la esfera política, señaló que esto respondía a que lo popular rompe las formas, por una parte, y a que los grupos musicales populares, como por ejemplo los de música andina, transmiten mensajes para la acción, lo que remitía a la necesidad de cambiar las formas por ejemplo en el terreno de la educación. Consultado por la coordinadora respecto de su uso de un lenguaje distante de su poesía “choriza” en el texto presentado, señaló que lo hizo así porque pensó que el público sería distinto, más “nice”, con lo cual provocó estallidos de risas entre los asistentes. Lorena Caballero (público) retomó la idea de la resignificación de lo popular ligado, por ejemplo, a lo campesino, a lo urbano, a lo mediático, pero subrayando su vinculación a lo colectivo, mientras que el arte docto elaboraría lo individual. Lo popular, en este sentido, sería la instancia mediante la cual se crea y recrea lo colectivo. En el mismo sentido, Tatiana Peña (tallerista) remarcó que el sueño de lo popular tiene que ver con un lenguaje común de símbolos que hagan fuerza, por lo cual las personas que se dedican a lo popular requieren conocer estos símbolos, rescatando la iconografía que “nos hace ser parte de” y adoptando asimismo iconografía procedente de la esfera pop, pero desde una crítica al eurocentrismo. Destacando lo señalado por Gustavo Barrera en cuanto a los referentes extranjeros, subrayó que el arte chileno carece de identidad, aunque ahora se daría una multiculturalidad mayor, notoria por la presencia de inmigrantes peruanos por ejemplo. Observó asimismo el desplazamiento del pueblo por otro entre, el flaite, así como la distancia existente entre arte popular y arte ilustrado.

Patricio (público), por su parte, señaló que había vivido la dictadura y que todos nos basábamos en lo pasó para atrás. Nada de lo que escuchó le servía, pues no permitía solucionar el problema de los mapuches en huelga de hambre. Lo nuestro, señaló, son los mapuches, los onas, pero preferimos alimentarnos de nuestros dictadores. “¿Qué es Chile?”, se preguntó, y su respuesta fue “nada, pues no tenemos conocimiento de historia y lo que conversamos viene de afuera”. Lo único propio son nuestros ríos. Recordó la época en que hacía pancartas para recibir al presidente de Cuba y señaló que hoy día nos damos vuelta en lo mismo, pues seguimos creyendo que si no hay un cura o un socialista en el poder no habrá revolución. Nicolás Muñoz (público) planteó que era positivo que se estuviesen ocupando espacios para hacer cultura y Andrea Ocampo (tallerista) le retrucó a Patricio que, al menos, en términos de generación estaban intentando salir de “lo mismo”, pues la generación de Patricio, que es la de sus padres, había sido incapaz de hacerlo. A continuación, criticó su noción de lo mapuche como algo puro, defendiendo la necesidad de hibridizar la mirada para explicarse, por ejemplo, porqué un adolescente peruano inmigrante tiene necesidad de vestirse de gótico para ser aceptado por sus pares. Sergio Pallaleo (tallerista), en cambio, rescató la mirada de Patricio, observando que lo señalado por él es que lo nuestro es “la tierra” y que ese problema también se trata regionalmente, ante lo cual Patricio (público) respondió que México no formaba parte de América Latina, pues era una cola de los Estados Unidos.
Al terminar la sesión
Francisco Miranda (público) señaló estar muy agradecido del foro, que le había despertado 24.500-03 preguntas, y destacó su carácter de reflexión colectiva, que le parecía interesante y novedoso. En cuanto a lo generacional, precisó ser él mismo ochentero (al igual que Patricio) y haberse acercado a la cultura popular desde el rock -en el que practicaba una rebeldía ligada a la defensa de lo juvenil y lo femenino- debido al trabajo. Para él, hoy lo popular es La Cuarta, la UDI, es decir, lo popular sometido a los mass media, así como la brujería femenina fue perseguida por la medicina masculina. A partir de lo anterior, planteó estar interesado, en particular, por el modo en que puede hacerse lo mejor posible un arte basado en las raíces que pueda ser llevado a lo masivo. Para finalizar, aludió en base a la película Matrix a la idea de “distopía” [lugar indeseable] como opuesta a la “utopía” y nos preguntó de qué manera ayudar, desde lo visual o lo artístico, a que las “pilas energéticas” se despabilen de su actual carácter funcional a la generación de riqueza.

A continuación, Ignacio Ramos (tallerista) coincidió con Francisco en cuanto al interés que presentaba la dinámica caótica y rizomática del taller, precisando que lo motivaba en especial la posibilidad de llegar a una definición instrumental de lo popular, haciendo ver de qué manera se podía participar en diferentes culturas al mismo tiempo (en su caso, Bach, tango o rancheras, por ejemplo) y observando cómo desde lo popular se pueden llevar a cabo importantes resignificaciones de elementos culturales (El General panameño y su autoritarismo del goce, por ejemplo). De allí la posibilidad de hacer arte rescatando un amplio repertorio de elementos vinculados a lo popular. Desde esta perspectiva, la mirada al pasado podría convertirse en una cárcel, pero sería inevitable, estando vinculada a la problemática del arraigo, y la misma disposición debería adoptarse en relación al vínculo entre producción y recepción y entre lo nacional y lo transnacional, generándose una perspectiva de la cultura popular como encuentro y vibración.

Pese a lo anterior, Giorgio Vargas (público) cuestionó la validez de hablar de “lo popular”, pues éste hoy en día sería una transformación del arte pop nacido en el mercado. Por otro lado, en el taller se estaría buscando determinar el significado de lo popular, lo que sería dogmático, y, en su caso, no le preocuparía hablar de lo popular, ya que él lo haría en sus actividades vinculadas a la cultura hip hop. Por ello, estimó que el debate era pura “paja mental”, que le interesaba más un diálogo en base a lo que hacemos, no a lo que pensamos, y que por su parte no se dedicaría a “lo popular”, sino a cualquier cosa. A modo de respuesta, le hice ver (Carolina Benavente, coordinadora) al Giorgio que los conceptos también eran materia de creación y que, en este caso, había invitado a reflexionar sobre “cultura popular”, noción que yo misma rodeaba, más que trabajar específicamente en ella, como un umbral de pensamiento que permitía ingresar a otras y muy vastas zonas culturales, muy lejos del dogmatismo que nos había atribuido. Claudia Kennedy (público), por su parte, señaló que trabajar en torno a la noción de “cultura popular” permitía salir del disciplinamiento académico, constituyendo una forma de resistencia, y se refirió al caso de Andrea Ocampo citando a Arenita y el hecho de que nos reuniéramos en un bar como el Chancho Seis en lugar de ir a Mc Donald’s [… aunque yo justo ese día había almorzado en ese lugar, n. de la coord.]. A continuación, Carolina Ibarra (tallerista) le replicó al Giorgio que uno devenía investigador por necesidad, mientras que a Patricio le hizo notar que la palabra “revolución” hoy día no tenía mucho sentido, pero sí la de “resistencia”, que nos permitía ocupar pequeñas trincheras. Luis Venegas (público) le agradeció la precisión a Carolina Ibarra y observó cómo, frente al higienismo del arte visual oficialista, reverbera el “pasarse a caca” de la cultura popular.
Esperando la limo
Juan Carlos (público) señaló ser artista visual antes que dueño del Bar Chancho Seis y formuló su crítica contra los panelistas, que estimó ser tan tiesos como Enrique Maluenda, Antonio Vodánovic o Felipe Camiroaga al momento de bailar. Defendió a Patricio por ser popular de verdad y criticó a los panelistas por no dejarlo hablar, recordando que cuando solía ir a actividades culturales en el Instituto Goethe no se atrevía a hablar porque pensaba que lo hacía mal. Nos llamó a tratar de ser más abiertos y a recordar que no somos científicos, sino artistas. Pese a que Francisco Miranda (público) defendió el taller como espacio de escucha, cuestión en la que estuve de acuerdo, también concordé (Carolina Benavente, coordinadora) con la crítica de Juan Carlos, explicando que durante la intervención de Patricio sentí presiones de parte de los panelistas para que lo acallara y que en lugar de eso intenté dialogar con él, pues si había elegido el Chancho Seis era precisamente pensando en que podía darse un diálogo (o un no diálogo) de esa naturaleza.

Para finalizar, la sesión se cerró con un brindis por la dinámica, los asistentes, los panelistas, el Chancho Seis y por Violeta Parra, patrona del taller. Eran ya cerca de las 23:00 h y nos dirigimos en grupo a tomar la limosina que nos esperaba a tres cuadras del lugar.



Carolina Benavente Morales, coordinadora
Santiago, lunes 11 de octubre de 2010


Link a archivo PDF Informe 1ª sesión Artistas y Cultura Popular SCL 2010




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